El ictus es una de las afectaciones de mayor prevalencia y una de las principales causas de invalidez en nuestros días. Por ello, es indispensable estudiar las características de los tratamientos rehabilitadores para ser más efectivo. El objetivo es reducir las secuelas neurológicas tras la lesión y conseguir la mayor funcionalidad, autonomía e independencia personal.

Por su parte, los hospitales van incluyendo cada vez en mayor medida las unidades de ictus, especializadas en este tipo de lesiones y que cumplen los requisitos necesarios comentados anteriormente. De este modo, incluyen diferentes profesionales que cubran las necesidades de la persona, pudiendo intervenir en la fase aguda de la afectación. En etapas más tardías, durante la fase subaguda, se derivan a otros tipos de asistencia, como la rehabilitación ambulatoria, atención domiciliaria y centros residenciales, dependiendo de las características de la afectación y del ambiente sociofamiliar, trabajando todos ellos para el mismo objetivo: mejorar la discapacidad y hacer posible la reinserción en los diferentes ámbitos de la vida.

La neurorrehabilitación según las investigaciones

Nuestro cerebro puede adaptarse a los cambios incluso a la enfermedad. Así, la  neurorrehabilitación puede favorecer la recuperación de algunas funciones que se han visto afectadas. Para ello, es indispensable contar con un equipo de profesionales multidisciplinar que incluya médicos, fisioterapeutas, neuropsicólogos, terapeutas ocupacionales, logopedas, etc. Se trata de crear un enfoque integral e individualizado a partir de la evaluación de los déficits y el diseño de un programa rehabilitador. Según investigaciones recientes, otros aspectos que se deben tener en cuenta en la neurorrehabilitación es el tiempo que transcurre desde la lesión hasta el comienzo del tratamiento.

Los estudios muestran que este periodo debe ser corto, indicando que una intervención precoz es lo más eficaz. No obstante, la persona siempre ha de encontrarse médicamente estable. Esto da lugar a mejores resultados funcionales y un mejor pronóstico. También debemos tener en cuenta la duración del tratamiento según la gravedad. En general, a más gravedad, más numerosas serán las afectaciones y más tiempo se necesitará para la intervención. El periodo recomendado es muy variable, siendo en casos de ictus leves de 2 meses, mientras que en los más graves puede durar hasta 6 meses. Posteriormente se continúa con la rehabilitación incluso en la cronificación de los déficits. Asimismo, las investigaciones apuestan por tratamientos intensivos, sobre todo en lo referente a los problemas de lenguaje, AVD, problemas de marcha y destreza, los cuales se han asociado a mayores beneficios.

Escrito por Andrea Calvo Rojas. Graduada en Psicología.

Referencias:

Murie-Fernández, M., Irimiam P., Martínez-Vila, E., Meyer, M. J., y Teasell, R. (2010). Neurorrehabilitación tras el ictus. Neurología, 25(3), 189-196.

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