El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es una lesión cerebral de aparición repentina debido a diferentes causas que alteran el correcto funcionamiento cerebral: ictus (78%), traumatismos craneoencefálicos, anoxias, tumores e infecciones cerebrales son las principales causas. Según la Federación Española de Daño Cerebral (FEDACE), en España unas 420 mil personas viven con DCA, produciéndose cerca de 104 mil casos anuales.

En función de la localización del daño en una determinada zona del cerebro o en las redes que las conectan pueden aparecer diferentes secuelas de carácter muy heterogéneo (físicas, comunicativas, cognitivas, emocionales y conductuales). Si bien las primeras se perciben claramente como secuelas del DCA, las alteraciones conductuales pueden percibirse como intencionadas y bajo el control voluntario de quienes las ejecutan, llevando al entorno familiar y social de quienes las padecen a juzgarlo, asumiendo que “les da todo igual” o que “hacen lo que les da la gana”. Sin embargo, es importante entender que, tras sufrir daño cerebral, una secuela muy común es la desinhibición.

La desinhibición se entiende como la dificultad para controlar y modular la expresión de determinados instintos, imposibilitando reprimir las conductas que están desajustadas al contexto social. Así, una persona con este síntoma tendrá una mayor tendencia a hacer comentarios inapropiados, como insultos o mostrarse excesivamente sincero, se comportará de una manera más impulsiva, rechazando la recompensa más a largo plazo (como bajar de peso) por recompensas más momentáneas (como comer bollería en exceso) y podrá presentar un comportamiento sexual exagerado, haciendo comentarios inapropiados o sugerencias incómodas (piropos, miradas…) o invadiendo el espacio personal de la otra persona. Son frecuentes las ocasiones en las que correlaciona con problemas para empatizar, ponerse en el lugar de otra persona o entender la ironía (chistes y refranes)

Localización de la desinhibición en el cerebro

Al igual que los problemas del lenguaje tienen una localización más o menos especifica en el hemisferio izquierdo del cerebro, este tipo de alteraciones también son consecuencia de una alteración del correcto funcionamiento cerebral. En concreto, suele darse en lesiones del lóbulo frontal o en las conexiones de esta parte del cerebro con otras zonas, ya que el lóbulo frontal está muy implicado en la adaptación de la conducta a las situaciones sociales, permitiendo inhibir las conductas que son consideradas socialmente inapropiadas.

El neuropsicólogo y la familia

En el contexto del DCA, es la labor del neuropsicólogo la evaluación y rehabilitación de este tipo de alteraciones, comúnmente a través de técnicas de modificación de conducta, así como hacer entender y contar con la colaboración de las familias que esta persona sufre una secuela conductual derivada del DCA que le impide comportarse de forma socialmente correcta. Así, es imprescindible el trabajo intensivo y cooperativo entre el terapeuta y las familias para que se puedan aplicar las técnicas de modificación de conducta en situaciones en las que presentan mayor dificultad para que puedan minimizar el impacto de este tipo de alteraciones.

Escrito por: Alfonso López (Neuropsicólogo)

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